miércoles, 22 de febrero de 2017

Hernán Torres (1946-2017): Un gran amante de la naturaleza



por Marcela Torres

Era enero de 2000 y mi papá y yo estábamos sentados sobre un promontorio rocoso en el Parque Nacional Torres del Paine, en el sur de Chile, soportando los fuertes y fríos vientos patagónicos que penetraban nuestras parkas, guantes y gorros. Pero teníamos una misión: fotografiar al elusivo cóndor andino.

Tuvimos la buena fortuna de alojarnos en la casa de los guardaparques, donde el personal nos dio consejos sobre los mejores lugares para encontrar al cóndor. Debido a que es un ave carroñera, nos sugirieron que lleváramos comida de gato que oliera fuerte porque eso lo atraería a nosotros con toda seguridad.

Siguiendo sus instrucciones, caminamos por horas a través de los altos pastizales de la pampa para llegar a uno de los cerros que nos recomendaron. Era un monte rocoso, completamente agreste, pero luego de escalarlo descubrimos que ofrecía un excelente mirador. Ahí nos sentamos, con la comida de gato hedionda y esperamos, esperamos y esperamos…

Mientras esperábamos, recordé cómo fuimos a dar allí. En 1982, la BBC produjo uno de los documentales favoritos de mi padre, “El vuelo del cóndor”. Para qué decir que se consiguió una copia y lo veía una y otra vez. Siendo sólo una niña, a mí me interesaban más los dibujos animados y los videos de Michael Jackson, pero me terminó gustando esta increíble película acerca de un ave que es un símbolo en la mayoría de los países andinos, incluyendo Chile, donde vivimos.

De hecho, no era la primera vez que disfrutaba un parque nacional con él. Mi papá había sido Director Regional para la CONAF, institución a cargo de las áreas protegidas de Chile, en Arica entre 1974 y 1985. De niña, viajé con él muchas veces al Parque Nacional Lauca, en el altiplano, durante sus visitas a terreno. Me enseñó acerca de la vicuña, los flamencos, la vizcacha y el cóndor.

Era tan entretenido que nunca me importó el frío y me encantaba acompañarlo mientras fotografiaba la naturaleza, que era su pasión. Cuando cumplí nueve años, me regaló mi primera cámara, una Polaroid que todavía guardo, y me enseñó a usarla. ¡Estaba tan feliz que tomaba fotos de todo!

Gracias a él, mi familia y yo disfrutamos vivir en Ann Arbor, Michigan; San José, Costa Rica; New Haven, Connecticut; y Arlington, Virginia. Esto nos brindó experiencias inolvidables, tales como acampar alrededor de los Grandes Lagos y visitar todos los hermosos parques nacionales de esas zonas.

Torres del Paine siempre había estado en mi lista de deseos. Así que, cuando ofreció llevarme el año 2000, dije que sí inmediatamente. Y allí estábamos, esperando al cóndor…

Habían pasado un par de horas y casi habíamos perdido la esperanza cuando, de pronto, salió de la nada un ave enorme volando directamente hacia nosotros. ¡Era un cóndor! Rápidamente nos sacamos los guantes y tomamos nuestras cámaras, preparándonos para sacar excelentes tomas de este increíble animal. ¡Pero en cuestión de segundos estaba justo sobre nosotros!

A medida que se acercaba, y nos dimos cuenta de lo bajo que volaba, instintivamente nos echamos hacia atrás hasta quedar tendidos con las espaldas pegadas a la roca. Fue una visión tan impresionante, tener a esta ave gigante planear a solamente un metro por encima nuestro, que nos quedamos completamente inmóviles. Pudimos ver todos los detalles de su vientre y sus largas alas. Cuando despertamos de nuestro asombro, nos dimos cuenta que no habíamos tomado ninguna foto. Así que nos dimos vuelta rápidamente sobre nuestros estómagos y comenzamos a disparar con nuestras cámaras para intentar captar al menos una imagen del cóndor. ¡Era muy tarde! Solamente logramos capturar un pequeño punto que volaba rápidamente alejándose de nosotros hacia las alturas.

Nos quedamos ahí un rato, decantando la experiencia. ¡Había sido tan asombrosa! Finalmente, tomamos nuestras cámaras y la comida de gato hedionda y caminamos de regreso a la casa de los guardaparques. De noche, mientras compartíamos con ellos un mate alrededor de una fogata, se rieron de nuestra aventura.

Nuestro común amor por la naturaleza nos llevó a escribir juntos dos ediciones de la Guía delos Parques Nacionales de Chile (1999 y 2004) y a trabajar juntos en el desarrollo del primer centro de visitantes sostenible en un área protegida deChile, en la Reserva Nacional Los Flamencos, entre 2005 y 2006. La experiencia me hizo decidir estudiar mi Máster en Ecoturismo en la Universidad James Cook, en Cairns, Australia, en 2009.

Mi papá siempre apoyó mis iniciativas y a menudo contribuyó con fotografías para mi blog. Fue miembro de diversas agrupaciones profesionales y presidió durante muchos años el Grupo Especialista en Camélidos Sudamericanos, promoviendo la conservación de la vicuña hasta el final de su vida. Yo continuaré apoyando también, honrando su memoria.

Falleció el sábado 18 de febrero de 2017. Todavía es tan reciente que cuesta creerlo… Aún lo siento cercano… Estará conmigo por siempre… Y mi amor y gratitud por todo lo que me enseñó permanecerán…



HERNÁN TORRES BIO

Hernán poseía un Máster de Estudios Ambientales de la Universidad de Yales y un Bachiller de Ciencias en Recursos Naturales de la Universidad de Michigan, ambas en los Estados Unidos. Fue Director Regional de la CONAF (1974-1981 y 1984-1985); líder del equipo para los planes de manejo de áreas protegidas del CATIE, en Costa Rica (1986-1988); Especialista en Áreas Protegidas para el Departamento de la Región del Caribe de The Nature Conservancy (1995-1998); y un exitoso consultor internacional en planificación y manejo de áreas protegidas, desarrollo sostenible, servicios ecosistémicos y biodiversidad, trabajando con organismos multilaterales, tales como el PNUD, PNUMA, Banco Mundial y RAMSAR, y participando activamente en iniciativas de la UICN hasta el final.