viernes, 5 de junio de 2020

Día Mundial del Medio Ambiente: La fauna silvestre y las personas en la lucha por la supervivencia y la sostenibilidad




A medida que la gente de todo el mundo se ha visto obligada a quedarse en casa debido a la pandemia de COVID-19, hay muchas lecciones que hemos aprendido (y aún estamos aprendiendo). Una de ellas es que el destino de las personas y la naturaleza van de la mano y simplemente no podemos ignorar ese hecho. La celebración del Día Mundial del Medio Ambiente 2020 es un buen momento para detenerse y reflexionar sobre algunos aspectos clave de la relación entre las personas y la fauna silvestre que han sido resaltados por esta crisis global.

Culpando a los murciélagos

Durante las primeras semanas desde que surgieron las noticias del coronavirus, varios informes señalaron que los murciélagos son el origen de esta nueva enfermedad contagiosa. Alentadas por la información errónea y el miedo, muchas personas en todo el mundo atacaron a los murciélagos para evitar la propagación de COVID-19. Sin embargo, a medida que se realizaron más investigaciones, los científicos y los líderes conservacionistas advirtieron que este vínculo no estaba 100% comprobado y lanzaron campañas de comunicación para eliminar la estigmatización de los murciélagos y destacar sus importantes beneficios ambientales, como la polinización, la dispersión de semillas y el control de vectores de plagas y enfermedades. Aunque el COVID-19 ha sido identificado como una enfermedad zoonótica, una enfermedad humana de origen animal, su origen animal exacto aún no está claro.

Sin embargo, las zoonosis han sido un problema creciente durante muchos años. Según el Programa de Medio Ambiente de la ONU, el 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes son transferidas a las personas por la fauna silvestre. Éstas incluyen el ébola, la gripe aviar, el virus de la gripe H1N1 (o gripe porcina), el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS por sus siglas en inglés), la fiebre del Valle del Rift, el síndrome respiratorio agudo repentino (SARS por sus siglas en inglés), el virus del Nilo Occidental y el virus del Zika. La evidencia muestra que la aparición y la reaparición de enfermedades zoonóticas están estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas y su propagación aumenta con la intensificación de las actividades humanas que rodean e invaden los hábitats naturales, permitiendo que los patógenos en los reservorios de vida silvestre se propaguen al ganado y a los humanos.

¿Recuperando el hábitat perdido?

Cuando comenzaron el confinamiento y el aislamiento en diferentes países, nos impresionó ver cómo la fauna silvestre aparecía rápidamente en ciudades y otros lugares donde antes no se atrevían a ir, porque habían sido ocupados por humanos. Los delfines en Turquía, los jabalíes en Israel y los pumas en Chile son ejemplos de animales que recorren las calles de ciudades en gran parte vacías, fascinando, y a veces asustando, a los habitantes urbanos.

Las explicaciones dadas por los expertos varían. Algunos afirman que estas especies vuelven a deambular por lo que solía ser parte de su hábitat original, mientras que otros atribuyen este comportamiento a condiciones extremas en su entorno natural, como la megasequía en Chile, lo que los llevaría a abandonar su zona de confort en busca de comida y agua.

Fauna abandonada por los turistas

Si bien algunas especies de fauna han aprovechado la oportunidad para explorar nuevos horizontes, otras no tienen tanta suerte. Muchos zoológicos y otras atracciones de vida silvestre en todo el mundo se han visto fuertemente afectados por la caída del turismo como resultado de la pandemia de COVID-19. He escrito antes sobre los riesgos de alimentar a la fauna silvestre y otros impactos del turismo de vida silvestre, incluyendo la compra de recuerdos hechos de especies en peligro de extinción y la observación de ballenas y delfines. Sin embargo, la crisis en la industria del turismo causada por la propagación de este nuevo coronavirus vuelve a llamar la atención sobre este tema.

Desde los monos en el templo Prang Sam Yod en Tailandia hasta el zoológico Neumünster en Alemania, los animales en cautiverio se mueren de hambre como resultado de los menores ingresos del turismo, lo que afecta la capacidad de las instalaciones para proporcionarles alimentos y, en algunos casos, como el templo en Tailandia, debido a que hay menos turistas que lleguen con bocadillos para alimentarlos. En Chile, los zoológicos están trabajando junto con las autoridades y buscando ayuda de la comunidad a través de la venta adelantada de entradas para cuando las instalaciones puedan abrir una vez más.

La caída en el turismo también ha afectado a las áreas protegidas en muchos países, donde ha tenido como resultado menos estrés para la vida silvestre local, pero al mismo tiempo ha reducido el número de posibles testigos o guardianes casuales contra actos criminales. Con los parques cerrados y el personal policial desviado a otras tareas relacionadas con COVID-19, los cazadores furtivos han aprovechado la presencia humana reducida para aumentar sus actividades.

¿Qué podemos hacer?

Ésta es una gran pregunta. De hecho, durante esta crisis mundial sanitaria, económica y ambiental, hay muchas cosas sobre las que la sociedad en su conjunto debe reflexionar si queremos tener éxito en la lucha común de los humanos y la vida silvestre por la supervivencia y la sostenibilidad.

¿Cómo podemos evitar el brote de nuevas enfermedades zoonóticas? ¿Cómo podemos detener y mitigar la fragmentación del hábitat para permitir que prosperen poblaciones de fauna silvestre saludables? ¿Cómo podemos reducir la caza furtiva para salvar especies de la extinción? ¿Cuál será el papel del turismo de vida silvestre cuando se reanuden los viajes? ¿Cuál debería ser el papel de los zoológicos y las atracciones de vida silvestre? ¿Deberían existir o deberían eliminarse, siguiendo el ejemplo de países como Costa Rica?

¡La naturaleza está haciendo una declaración clara! A medida que los países comienzan a planificar formas de reconstrucción una vez que la pandemia de COVID-19 esté bajo control, poner a la naturaleza en el centro de toda toma de decisiones debe ser nuestra principal prioridad. ¡Necesitamos actuar ahora para hacer del mundo un lugar mejor para las personas y para la naturaleza!