Comercio en el pueblo de San Pedro de Atacama, en el norte de Chile.
© Marcela Torres
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por Marcela Torres
El turismo generalmente es
considerado como una buena manera de generar crecimiento económico para los
destinos y muchos lugares del mundo de hecho dependen de esta actividad como
fuente de ingresos.
La mayoría de la literatura se
concentra en los beneficios económicos del turismo a través del gasto directo
de los visitantes y las oportunidades de trabajo asociadas que crea. Se
argumenta comúnmente que un nivel mayor de visitas a un lugar atrae también el
surgimiento de servicios relacionados, tales como hoteles, restaurantes,
agencias de arriendo de automóviles, estaciones de servicio y tiendas de
souvenirs.
Los turistas generalmente
esperan que algo del dinero que gastan vaya en beneficio directo a la población
local, pero esto no siempre sucede. Uno de los mayores peligros del turismo es
la fuga financiera, que ocurre cuando los recursos financieros “se fugan” del
país de destino hacia otro país. Esto pasa, por ejemplo, cuando una empresa de
turismo tiene su base de operaciones en el extranjero o cuando se importan
bienes y servicios relacionados con el turismo hacia el país de destino.
Otro riesgo que va en la misma
dirección es que a veces el empleo se da a personas que viven fuera del área
que experimenta directamente los impactos del turismo. La explicación típica
para esto es la falta de capacidad instalada local.
El turismo responsable tiene
como propósito contribuir al desarrollo económico y social. Una manera de
lograrlo es comprar artesanías y productos locales para apoyar la economía
local usando los principios del comercio justo. También es importante trabajar
en conjunto con las comunidades locales para fortalecer sus capacidades de
manera que aumenten su participación de los beneficios económicos del turismo.
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